La Vieja Cuaresmera
Sin duda es la imagen más iconográfica de la Cuaresma de Puente Genil, que también perdura aún en un reducido número de localidades. Es la representación humana de La Cuaresma, en contraposición a la opulencia del carnaval, que suele representarse como un tipo orondo y carcajeante. La Vieja Cuaresmera es una mujer anciana, enjuta, vestida de negro con un pañuelo en el pelo, cargando un cesto de verduras a una mano y un bacalao en la otra… Y lo más imortante, con siete patas, una por cada semana de la cuaresma.
La imagen de la Vieja Cuaresmera ocupa siempre un lugar preferente en todos los cuarteles pontaneses y se convierte de alguna manera, en la medida de tiempo oficial de la cuaresma, cada cuartel ha diseñado su propia imagen y como la tradición manda, con cada sábado de cuaresma (sábado de romanos), toca desprender una pata a la vieja y se otorga a uno de los hermanos como símbolo de respeto.
Simbología
- RECATO – Representado por la toca que cubre sus hombros y cuello
- AUSTERIDAD – Simbolizada por los ropajes sencillos y negros
- PENITENCIA – Marcada en un rostro seco por el ayuno y la vigilia
- ANTIGÜEDAD – Por su pelo blanco, arrugas de la edad y espalda encorbada
- ABSTINENCIA – De la carne, por el canasto de verduras y el bacalao
- RELIGIOSIDAD – Con un largo rosario que cuelga desde su cintura
Los siete pies, o siete patas, como suelen llamarse, son los siete Domingos Cuaresmales a partir de la quincuagésima semana y que llevan por nombre el evangelio de ese día por orden cronológico.
- Sábado de Carnaval
- Sábado de Tentaciones
- Sábado de Transfiguración
- Sábado de Diablo Mudo
- Sábado de Pan y peces
- Sábado de Pasión
- Domingo de Ramos
Historia
Más allá la de figura de la mujer que se representa está la tradidición y tras ella hay una historia, que nos cuenta este texto de Maruja Álvarez de Sotomayor
En la ermita dedicada hoy a Nuestro Padre Jesús Nazareno, patrón de Puente Genil, que está situada en la cima de una colina, lindando con lo que fue el cementerio, convertido hoy en parque, existió un convento de frailes, que debido a la pobreza que había entonces, vivia en una situación económica apuradísima, tanto, que llegaron al extremo de pasar hambre.
Los feligreses poco podían hacer por ellos, porque tambien su economía era muy precaria. Como las calamidades nunca llegan solas, el pueblo estaba atravesando por una situación de extrema sequía, los campos se agotaban antes de dar la cosecha y el hambre hacía su aparición. Como siempre, en las situaciones apuradas, el hombre más escéptico vuelve sus ojos al cielo, y esta vez no fue una excepción. Reunida una comisión de ciudadanos, subieron al convento a pedir a los frailes que hicieran rogativas para que Dios enviase la lluvia y a cambio de esto, el pueblo ayudaría a los frailes mandándoles cada semana los víveres necesarios para subsistir. En efecto, los fariles hicieron las rogativas pidiendo a Dios el agua para que en los campos germinase la semilla.
No se hizo esperar la respuesta del Todopoderoso. al poco tiempo los cielos se abrieron y una lluvia generosa empapó los campos haciendo germinar la simiente y la cosecha de ese año fue muy abundante. Hubo una particularidad, solo llovió en el área de Puente Genil, en los pueblos colindantes persistió la sequía.
El pueblo, agradecido a los frailes, acudió cada semana a llevar el alimento prometido, y en recuerdo de ese gesto, que empezó en Cuaresma, en todos los cuarteles, se quita una pata a la Vieja Cuaresmera en cada sábado de Cuaresma y brotán saetas y cánticos alusivos a la Pasión.