El Cuartel

Todas las Corporaciones tienen su Cuartel. Es éste el alojamiento del manantero durante la Semana Santa y su lugar de reunión habitual a lo largo del año. La razón de su nombre es variada: puede provenir de la denominación que hace cientos años a los distintos barrios o distritos de las ciudades. Se puede encontrar una segunda acepción en sentido militar de la palabra, bajo el punto de vista de que sólo es para los hombres.

La existencia de los cuarteles es antigua. Según un documento de 1721, los hermanos ya hacían sus comidas de hermandad, a veces dentro de los mismos templos, cosa que prohibieron los obispos.

En los primeros tiempos no tenían las corporaciones sede fija. En Cuaresma y Semana Santa solían utilizar molinos o graneros como locales de encuentro, teniendo un carácter itinerante, lo que daba medida de las vicisitudes de la época. Actualmente la práctica totalidad de las Corporaciones poseen una sede fija.

Todos los Cuarteles, bien sean casas antiguas rehabilitadas o de nueve construcción, poseen una estructura tipo, con una serie de dependencias esenciales: amplio vestibulo o sala de recepción, gran salón comedor para reuniones, almuerzos y cenas, cocina, despensa, aseos y, si el edificio lo permite, patio.

Es en torno al gran salón donde se desarrolla la vida en el cuartel. Una larga mesa con un número de sillas equivalente al de hermanos que componen la Corporación domina el espacio. Se decoran sus paredes con multitud de testimonios gráficos, verdadero archivo manantero de presentes y ausentes, la Vieja Cuaresmera, poesías, caricaturas de los hermanos, etc.

Verdadero patrimonio de Puente Genil, el Cuartel constituye el eje central de la Mananta, su motor y espíritu. En él se encuentra gran parte de la singularidad de la Semana Santa, ya se aborde desde el punto de vista antropológico, religioso o cultural.