Las Figuras y el Rostrillo
“Figura- as” es el término popular con el que se conocen a los personajes que aparecen en la Biblia y que, agrupados en las diferentes Corporaciones, sus miembros o hermanos los representan, vistiéndose con los ropajes correspondientes y desfilando en las procesiones de la Semana Santa.
Sos tres los elementos que componen “la figura”: el rostrillo (máscara con la que se cubre el rostro en la procesión), la vestimenta (que trata de recrear la de época) y el martirio (representación simbólica alusiva al pasaje que se representa).
Pasamos a detallar el que quizás sea uno de los elementos más característicos de la Semana Santa pontanesa y con un mayor arraigo en la tradición histórica
Las Figuras: Rostrillo, Ropajes y Martirio
Rostrillo
Es el nombre popular que se le da a una careta, de cartón piedra y escayola, pintada, de faz arcaica y muy convencional. La mayoría suele ser tener una expresión grave, aunque algunas son trágicas (como la de Judas ahorcándose), o grotescas (como las de los sayones o “jetones”) y, también, venerables (como la de San Pedro). Su construcción procede del siglo XIX, aunque la mayoría han sido renovadas y creadas en los últimos tiempos por artistas y artesanos, generalmente locales. La mayor parte de los rostrillos llevan su correspondiente peluca, aunque otros llevan velos, tocados, turbantes, mantos, etc.
El rostrillo, en Puente Genil, remite a todo un símbolo que ha fijado en sus expresiones las miradas de generaciones de pontanos que se sienten identificados, a través de sus familiares, con los personajes bíblicos que han venido representando a lo largo del tiempo.
Ropajes
La vestimenta (que a Caro Baroja en 1950 le pareció “como de teatro decimonónico, de ópera o de cuadrote de historia”) se ha renovado mucho y, también, se han confeccionado otras para las nuevas figuras que se han ido creando.
Existe ahora una mejor documentación histórica que ofrece más rigor representativo de los personajes. También es de notar una mayor riqueza en el empleo de materiales como terciopelos, sedas, oro y plata, cueros, etc. de forma que capas, turbantes, mantos, túnicas, etc. ofrecen gran espectacularidad y colorido.
Los trajes del Imperio Romano conforman una vestimenta sui generis que guarda cierta similitud con la que usaban los legionarios romanos. Constan de casco dorado con penacho blanco (y negro para el Viernes Santo), cuerpo de seda, tonelete o faldellín con flecos, la capa, de colores diferentes según escuadras, las medias blancas, ceñidas a las piernas, y las botas de seda de media caña. En la mano empuñan un espadín o una alabarda y el escudo o la rodela. Algunos llevan estandartes y banderas.
Martirio
Es la representación simbólica del personaje y se materializa en un objeto llevado en las manos, a veces con énfasis. Así, por ejemplo, Moisés porta las tablas de la Ley; el rey David, lleva un arpa y Verónica un paño con el rostro impreso de Cristo. Algunos personajes sustentan un martirio viviente (San Pedro, un gallo auténtico); otros, una paloma, un borrego, un pez, etc. A través del martirio se indaga en el personaje y se identifica, conociéndose el suceso histórico que protagonizó. En definitiva, esta Biblia viviente propicia un aprendizaje popular de los hechos sagrados que todo el pueblo conoce. Los niños preguntan constantemente sobre lo que tanto les llama la atención, interpretando los símbolos y conociendo a los personajes bíblicos en vivo.
Ya en 2015 Emilio Reina Giménez (1936-2019) resumía en la revista Motril Cofrade las distintas técnicas utilizadas en la elaboración del rostrillo:
El “rostrillo” consta de tres partes diferenciadas: la careta o máscara propiamente dicha, la redecilla que imita la pupila y el iris de los ojos, y el velo, peluca o turbante que, de acuerdo al personaje representado, cubre la parte posterior de la cabeza.
Las técnicas y materiales utilizados en la realización de los mismos han ido variado a lo largo de los siglos. Los más antiguos están realizados en escayola policromada. En la actualidad las máscaras se realizan, en la mayoría de los casos, en cartón piedra y en resina de poliéster; materiales menos pesados e incómodos que la escayola, que permiten además la transpiración. Frente al cartón piedra, el poliéster ofrece mayor resistencia a los impactos y menores costos en el mantenimiento de la pieza; sin embargo, se trata un material tóxico, que requiere de unas condiciones mínimas de seguridad en su manipulación.
El proceso de elaboración de los “rostrillos” –tanto los realizados en cartón piedra como en poliéster– se inicia con el modelado en barro o arcilla del rostro a representar; sobre este molde se vierte escayola, que al secarse ofrece una imagen en negativo de la figura. Con independencia de la técnica utilizada, el molde realizado en barro se conserva, pudiendo utilizarse en repetidas ocasiones.
Terminado el proceso de modelado se obtiene el negativo de la máscara y se positiva usando cartón piedra o resinas sintéticas, en un proceso totalmente artesanal y minucioso para hacer del rostrillo una pieza única. También se pone especial atención a los elementos que hagan el rostrillo lo más confortable posible en su uso procesional, adaptándose a la cara del portador y permitiéndole una correcta ventilación y visión.
Al situar el origen de las figuras bíblicas en el siglo XVII, debemos suponer que han sido muchos los autores que generación tras generación se han dedicado a la realización de “rostrillos”. A pesar de ello, la falta de documentación y el carácter disperso de la misma impiden identificar a los autores de las obras más antiguas.
Por tratarse de pequeñas piezas de escultura alejadas de los grandes programas iconográficos, la mayor parte de las obras conservadas son anónimas. Sólo en fechas recientes es posible conocer el nombre de alguno de los autores de las mismas.: Manuel Bedmar “El Cómico”; Julio Cámara Romero, Francisco Ortega Reina, Clemente Rivas Jiménez y José Manuel Cosano Cejas, los dos últimos artistas de prestigio, uno como cartelista y pintor, y Cosano como restaurador, pero su intervención en el mundo de los rostrillos ha sido siempre puntual.
Actualmente, entre los artistas que destacan en la realización de “rostrillos” sobresale la figura de Jesús Gálvez Silva, popularmente conocido con el sobrenombre de “Chifarri”. Autor nacido en Puente Genil, de formación autodidacta, se inicia en el arte de hacer “rostrillos” a mediados de la década de los sesenta del siglo pasado, viendo a sus hermanos realizar los “rostrillos chicos” para la Corporación Bíblica de Los Ataos.
Existe una identificación plena de cada uno de los hermanos que conforman una corporación con los rostrillos de sus figuras bíblicas. A través de los rostrillos, el manantero, nombre con el que en Puente Genil se conoce a aquel que participa activamente en la Semana Santa, descubre y recuerda vivencias, retazos del pasado, un hilo de continuidad con el ayer y el mañana.
Julio Cámara
Poema "El Rostrillo"
Rostrillo, humilde cartón
que unas manos artesanas
te dotaron de emoción.
Rostrillo, humilde cartón,
representación viviente
de algo que dentro se siente
y no tiene explicación.
Rostrillo que das la vida
a aquel que tú representas,
pues vas viviendo por dentro
lo que otros ven por fuera.
Y aunque puedas ir cubriendo
un rostro que va llorando
tu cara de cartón piedra,
se nos muestra disfrutando.
Y a fuerza de seguir tapando
emociones tan sinceras,
puedes disfrutar por dentro
o llorar siempre por fuera.
Serás el grave Caifás
autoridad de Judea,
o el escriba de la Ley
la figura de las Sectas.
Y también Samaritana
para calmar la sed nueva,
lazarillo en el Pretorio
o el Don de la Fortaleza,
aquel que un castillo en martirio
en sus manos siempre lleva.
O serás en las Virtudes
el Amor o la Paciencia,
Fariseo en los Testigos
y Memoria en las Potencias.
Rostrillo de las Marías
que ungieron llenas de pena
de perfumes al Señor,
que olieron a Primavera.
Ser Malco en el Prendimiento,
Ezequiel en los Profetas,
Los Doctores de la Ley
o Pilatos en la Sentencia.
Muerte en las Postrimerías
la Sibila o la Prudencia,
Verónica que mitiga
o María Magdalena.
Ehiermo de los Jetones,
rostrillo de las mozuelas
que dieron la palangana
al que mandó en Galilea.
Natán o el del Rey David,
el de la espada de acero,
Diablo en los picoruchos
para arder en el infierno,
o aquel de tela metálica
con los bigotes enhiestos
que hace ya unos pocos años
desfilaba en el Imperio.
De Salomé o de Judit
que la cabeza pidieron
del Bautista, el de Sara
o de Tobías, los Hermanos Macabeos
y San Pedro el de las llaves
que está en el Apostolao.
Y Barrabás el maldito
que sale con los Ataos.
Y así una lista inagotable
que hacen casi interminable
esta representación,
rostrillo, humilde rostrillo
quien te lleva con orgullo
te va dando el corazón
el amor y la alegría
el recuerdo y la emoción
y vida, ¡quién lo diría!
que poniéndote sentía
siendo un humilde cartón.